El Cairo Una Ciudad Que Te Atrapara
En las calles de El Cairo se funden la tradición islámica de Egipto y el milenario legado de los faraones
El Cairo, Egipto, es una urbe vibrante, activa, increíble.
En las calles de la capital egipcia confluyen los recuerdos de la milenaria era de los faraones y la tradición islámica del país.
Toda la ciudad, la más grande del planeta árabe y de África, está infestada de mezquitas con altos minaretes que le dan su apodo de “La Ciudad(Urbe) de los Mil Minaretes”.
Como es natural, una visita obligada de El Cairo es la próxima Meseta de Gizeh.
Donde se hallan las gigantes pirámides de Keops, Kefren y Micerinos y la Esfinge.
Eterna custodia de las tumbas de los faraones.
Estos portentosos mausoleos prosiguen fascinando a los visitantes que asisten a contemplarlos.
Todavía cuarenta siglos tras su construcción, las Pirámides de Gizeh le hipnotizarán y fascinarán.
Mas para zambullirse de lleno en la temporada de los faraones, debe visitar el Museo de Arte Faraónico de El Cairo.
Egipto tiene en esta corporación sus mayores tesoros, con una compilación pasmante de objetos históricos en la que resalta la muy conocida máscara funeraria de Tutankamón, o bien la momia de Ramsés II, 2 de los faraones más conocidos y estudiados.
El Cairo asimismo tiene múltiples monumentos de la temporada islámica que le descubrirán la faceta religiosa de la urbe.
Una de las más esenciales ciudades del planeta árabe.
La Ciudadela de Saladino es el atrayente turístico no faraónico más esencial de la capital egipcia.
Dentro de estos sólidos muros erigidos por uno de los sultanes más esenciales de la historia del islam.
Hallará ciertos mayores tesoros del país.
Entre ellos podemos destacar la Mezquita de Alabastro oficialmente mezquita de Mohamed Alí
Tal vez la edificación más vistoso de la urbe.
No solo por su situación dominante en la ciudadela, asimismo por el color blanco de sus bóvedas, cinceladas con el alabastro que da nombre al templo.
En su interior hallará el Mausoleo de Mohamed Alí, gobernante de Egipto a lo largo del siglo XIX.
Otro de los lugares de El Cairo, Egipto, que debe visitar a lo largo de su estancia en la capital egipcia es el Mercado de Khan el Khalili, uno de los lugares más pintorescos de la urbe.
En este bazar va a poder localizar puestecitos llenos de mercaderes que le van a ofrecer sus mercaderías conforme pasea.
Eso sí, hay que regatear
Pasee por este cautivador zoco, lleno de aromas, sabores y mercaderías para descubrir la esencia más cautivadora de El Cairo.
Una Mezcla Cultural
Algo para lo que de seguro no te esperaras y que sucede diariamente era el llamado a orar.
A las cinco de la mañana de día tras día, en cada mezquita de Egipto, un hombre se prepara para llamar al primer rezo del día.
Voces únicas cantan las primeras líneas del Corán. Esto se repite a las nueve a. m., a las doce del día, a las tres p. m. y al atardecer.
Desde la torre más alta de El Cairo puede verse y oírse de qué manera, en el instante en que cae el sol, en las mezquitas comienzan a cantar para dar la bienvenida por la noche con sus aceleres.
El Cairo se mezcla con la urbe de Giza y otras pequeñas, que han sido absorbidas por el Gran Cairo.
Creando una metrópoli de veinte millones de personas, repartidas en mil setecientos nueve kms cuadrados.
Las calles están repletas de vendedores itinerantes.
Carros de frutas y verduras, pitos agobiados, viandantes que cruzan afanados en cualquier punto de la calle y gatos callejeros que maúllan pidiendo comida.
Es un auténtico caos.
Pasear por esas calles ignotas, no obstante, es el mejor plan.
Pese al tumulto, del calor y de los estruendos, jamás te debes sentir inseguro.
Siempre y en todo momento te hallaras sonrisas y también indicaciones en árabe mezclado con inglés que te asistirán a llegar a tu destino.
Todos se percataran de que eres extranjero y se esmeraran por darte una buena impresión de su país.
El Cairo te lleva al máximo de tu paciencia con su tráfico embrollado y ritmo acelerado.
Mas entonces te guía por las aguas del Nilo a fin de que te fascines con su grandiosidad y su calma.
El Cairo te hace plañir por el hecho de que sientes que, con su ritmo acelerado, te traga y no te da tiempo para pelear.
Mas te da enorme dicha con sus sabores, su música y su gente.
Es una urbe de paradojas, de incertidumbres, de desafíos.
Te hace sentir pequeño, mas al acabar el día te sentirás grande por haberla conquistado.
Miles y miles de años convergen en El Cairo.
Las pirámides, prácticamente íntegras desde hace 4 5 0 0 años.
Observan de qué manera la urbe se traga poco a poco el desierto y las alcanza.
Mientras que la esfinge posa su atención sobre los altos alminares que se levantan sobre las edificaciones.
Las calles del distrito islámico quedan muy bien con los visitantes que toman fotografías de sus muros de piedra.
Decoradas con caligrafía árabe que fue grabada hace mil años.
Y el centro de El Cairo recuerda los boulevards de París:
edificios con techos altos, pequeños balcones y altas columnas que patentizan el pasado colonial.
El enorme imperio egipcio ha sido invadido por romanos, otomanos, franceses y también ingleses.
Que han dejado sus huellas en el lenguaje.
Pese a la mezcla de influencias, Egipto sostiene de forma fuerte su esencia, su comida, alguna con raíces en tradiciones faraónicas.
Los sonidos del laúd y de los tambores árabes y esa fuerte creencia de que su país es la cuna de la civilización, la madre de la humanidad.
Pareciese tal y como si Egipto no se hubiese dejado descrestar por el individualismo desaforado que caracteriza a la sociedad occidental moderna.
En El Cairo siempre y en toda circunstancia hay tiempo para tomarte un té y fumar una shisha con amigos.
Siempre y en todo momento hay una disculpa para salir y aventurarse en el caos de la urbe.
Estas emociones extremas como el calor, arena, chillidos en árabe, caligrafía ignota, fragancia a pimienta, comino y karkade.
Crean un planeta lleno de personajes y lugares ávidos de ser explorados.