Paisajes increíbles y animales exóticos, eso es la isla de Tasmania
Dicen que la isla de Tasmania tiene el aire más puro de toda Australia porque recibe la brisa del Índico.
Pero no es su único atractivo, ya que todavía se presenta como un auténtico paraíso sin descubrir.
Cuando pensamos en el llamado escudo de Australia (por la forma que tiene la isla) la primera imagen que nos viene a la mente es el dibujo animado del Demonio de Tasmania.
O la regata más peligrosa del mundo: la Sidney-Hobart.
Sólo de pensar en su ubicación, da vértigo.
La tierra firme más cercana en línea recta y hacia el oeste de Tasmania es Península Valdés (Argentina) y hacia el este, Nueva Zelanda.
Al sur nada más inhóspito que la Antártida.
Al viajar a Tasmania, estaremos en los confines de la Tierra.
Allí, en el paralelo 40 y allí encontraremos desiertos, montañas, playas y bosques tropicales; todo un edén.
Tasmania es aún un paraíso sin descubrir en sus cinco ecosistemas.
Y una de las mejores formas de hacerlo es recorrerlo con un vehículo alquilado y equipado para dormir bajo las estrellas.
Santuario para miles de pájaros
La acampada libre está permitida en las reservas de la isla, que ocupan el 40 por ciento de su extensión.
Con un tamaño como el de Cataluña, pero menos habitada (con apenas un millón de personas).
Esta remota región tiene más de mil picos de altura media en donde perderse y dejar volar la imaginación.
A vehículo y acampando o, si se prefiere, en hotelitos B&B (bed and breakfast), ésta es una forma muy popular de recorrer la isla y de conocer a los lugareños quienes siempre se extrañan de ver turistas en tan bajas latitudes.
La acampada libre está permitida en las reservas de la isla, el 40% de su extensión.
En Hobart, la capital, es fácil encontrar comercios que alquilen o vendan material de acampada.
Pudiendo desde ahí, se puede empezar la ruta tasmánica hacia las ciudades norteñas de Devenport o Launceston.
Por el camino, saltaremos de planicies, a montañas, valles aterciopelados de colores varios, acantilados, desiertos, bosques húmedos y selvas que han permanecido intactos en 60 millones de años.
Sus paisajes son verdaderos santuarios para miles de pájaros.
Además de especies tan extrañas para nosotros como los autóctonos wombat, wallabi, pademelon y, por supuesto, el demonio de Tasmania.
Menos exótico, pero más apreciado para los zoólogos es la langosta de río.
El crustáceo de agua dulce más grande del mundo y verdaderamente exquisito cuando lo preparan condimentada con salsas picantes.
Bosques húmedos
Estratégicamente situada en medio de un archipiélago formado por 300 islas en un radio de 240 kilómetros.
Tasmania forma un enorme laberinto de cuevas para bucear y si se consigue soportar las gélidas aguas cercanas a la Antártida.
La isla Macquarie ofrece lugares únicos para la práctica del submarinismo.
Sus profundidades ofrecen una belleza desoladora sin apenas vida.
Existen lugares de ensueño como los bosques húmedos de Allendale (a 10 kilómetros de Smithton, la localidad donde se pone el Sol), o el trayecto que une Burni y Wynyard, y que concluye en Allen Creek Banks.
Es hermosa también la ruta hacia el sur desde Devonport a Spreyto que desemboca en Tasmazia.
Durante la ruta, se sortean preciosos lagos como Saint Clair, Bradys o Sorells.
Pero para empezar el día, nada como ver amanecer desde Akaroa, cerca de St Helens.
Los navegantes prefieren hacerlo desde la bahía de Great Oyster.
Al remanso de las mareas, antes de zarpar hacia los confines del océano.